Reproducción de artículo publicado en La Nueva España. Conviene destacar que varias instalaciones de la antigua ENSIDESA se encuentran catalogadas por el Do.Co.Mo.Mo y son obra de prestigiosos ingenieros, especialmente Torres Casado.
La reutilizacion de estas como instalaciones museisticas anexas al Centro Niemeyer , lo que en paralelo permitiría su rehabilitación, es un aspecto a valorar.
Para ello podrían buscarse formulas de gestion mixta que den cabida a la propiedas de las mismas y al gestor de la iniciativa que se desarrollase.
Algunos concejos como Riosa, ha puesto en marcha iniciativas pioneras en este campo.
El proyecto para abrir una instalación alusiva al pasado fabril de la comarca se ha diluido por falta de apoyos /FUENTE LNE
El museo que Avilés iba a dedicar a la industria desapareció antes de nacer. Todos los proyectos vinculados a aquella instalación cultural nonata fueron diluidos en la vorágine del centro Oscar Niemeyer. De esta opinión es, al menos, Vicente Ordóñez, uno de los promotores más inquietos desde comienzos de los años noventa a favor del establecimiento en Avilés de un centro que recordara el paso por el concejo de Ensidesa.
Avilés nunca contó con un museo y aún hoy carece de una institución que se pueda nombrar como tal. Existen distintos proyectos en marcha, el más sobresaliente el centro Oscar Niemeyer que esta semana pasada recibió en Gijón el «espaldarazo» del Ministerio de Cultura. Para alcanzar esta meta el recorrido llevado a cabo fue largo. «A mediados de los años noventa UGT y CC OO vieron necesario hacer algo con los terrenos que iban a quedar yermos tras el desmantelamiento de Ensidesa», relata Vicente Ordóñez, entonces secretario de Comunicación del sindicato comunista. Ordóñez recuerda que un grupo de jubilados de la empresa que, a su juicio, «había dado vida a esta villa», se puso en contacto con CC OO para presentar un «documento inicial de un futuro museo de la siderurgia en Avilés». Aquel proyecto nacía en un contexto delicado: el desmantelamiento del sector industrial público.
Avilés se había hecho un hueco en la historia española cuando en los años cincuenta del siglo XX el Gobierno de Franco estableció en la villa una gran factoría del metal. Aquella decisión revolucionó la vida cotidiana de la comarca. De repente, Avilés era, como explicó Juan Carlos de la Madrid, una especie de «tierra prometida». Cuarenta años después, todo aquello tocó a su fin. Llegaba la reconversión. De Ensidesa se pasó a CSI y de ahí a Aceralia y al final Arcelor-Mittal. La ilusión se había perdido y el proyecto del Museo de la Siderurgia que promovía aquel grupo de jubilados del metal intentaba recuperarla.
La idea del establecimiento de aquel museo en Avilés tuvo que sortear una carrera de obstáculos: conseguir el apoyo de la empresa, de los gobiernos municipales de toda la comarca, de la Cámara de Comercio e, incluso, sortear la competencia que a través de la asociación Pedro Duro había nacido en Langreo, concejo que reivindicaba para sí, apoyado en la historia económica asturiana, el museo siderúrgico: si Avilés contó con la mayor siderurgia del Principado, Langreo fue la sede de la primera fábrica de este sector.
Interés ministerial
«En los actos de celebración del centenario de la Cámara de Comercio le entregué a Francisco Álvarez-Cascos, ministro de Fomento entonces, el proyecto del Museo de la Industria que nos habían hecho llegar aquellos jubilados», comenta ahora Vicente Ordóñez. «Le dije que esperaba que lo leyera y que lo apoyara», añade el ex sindicalista, al que meses después, cuando se presentó el proyecto del PEPA en el teatro Palacio Valdés, el ministro anunció la reserva de una finca de 22.000 metros cuadrados, junto al parque de Bomberos de Ensidesa, los gasómetros y el taller eléctrico, donde se preveía instalar el futuro museo. «La idea del parque de Bomberos nos la había dado un alto directivo de la fábrica, pero no la incorporamos al proyecto que le entregué a Cascos. Es posible que aquel alto directivo hubiera hablado también con el Ministerio», comenta Ordóñez.
Después de aquello vinieron más reuniones que terminaron en la creación de un patronato de apoyo al museo: concejos, Cámara, sindicatos. «El 20 de mayo de 1999, el Ayuntamiento de Avilés entró en el patronato», señala Ordóñez. Luego empezaron a encargar proyectos y más proyectos. «Se pensó incluso en ubicar el museo en la Térmica ahora derruida», dice Ordóñez. En 2005 el proyecto del museo de Avilés cayó en manos del Principado y desde entonces, poco a poco, «se fue diluyendo», se lamenta Ordóñez.
El Centro de Arte que Rodríguez Vega había apoyado para Avilés se fue a Gijón; el Museo de la Industria abrió en La Felguera. Hace un año ya de aquello, tiempo en que el museo langreano ha recibido unos 10.000 visitantes. En opinión de Suni Torre, gerente de la instalación, «no parece una mala cifra porque abrimos después del verano y no hemos tenido una gran campaña de publicidad». El Museo de la Siderurgia depende de un patronato cuyo principal miembro es el
Ayuntamiento de Langreo.
El Centro Niemeyer ha tomado el relevo ahora del Museo de la Industria, que no llegó a nacer. Para eso cuenta con el apoyo de todas las instalaciones regionales y locales y el ministro Molina se ha comprometido con el proyecto.
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