La ciudad tenía un teatro y una noche de verano en el concierto de inauguración, por las nervaduras del techo de su nacarada concha se dejó resbalar una música incesante de campanas cristalinas, un repicar de pomposos bronces que abrazados de alegres tintineos y risas de plata corrían por el patio de la plaza mayor. Aquella música plurifocal de gaitas, percusión, viento y metales salía en estampida por los amplios balcones del teatro, de aquella ciudad mágica, se desparramaba por los tejados brillantes de pizarra, por sus patios cuadriculados, rodeaba el atrio y sus columnas voluptuosas, abrazó la iglesia ovoide con un cinturón sonoro, es la música fluida de Llorenç Barber.
En el corazón de Asturias existe un lugar donde hay algo que nunca antes habías descubierto. Es un lugar que parece estar hecho de la materia de los sueños, de los buenos sueños que surgen de la tierra y se elevan al cielo. Desde lejos se ve imponente, con sus 130.000 metros cuadrados de edificios. Separada de la ciudad de Gijón por tres kilómetros de campiña, compartiendo praderas con el campus de la Universidad de Oviedo, es una vecina distinguida del Parque Científico y Tecnológico y se llama Laboral la Ciudad de la Cultura.
Construida a partir de 1948 por el arquitecto Luis Moya Blanco, al verla hoy parece que siempre estuvo allí, incluso muchos siglos antes de ser habitada en 1956. Tiene una torre alta de piedra, que alcanza entre las nubes los 130 metros, con un mirador al que se puede llegar en ascensor y desde donde se divisa toda la comarca de Gijón y al norte se pierde la mirada en el horizonte hasta el fondo del Mar Cantábrico, si lo tuviera.
Se levantó en un territorio peculiar, junto al bosque de Tragamón, semillero de robles centenarios y abrazando todos los biomas del Jardín Botánico Atlántico. Sus puertas se colocaron mirando al Este, como está el Partenón de Atenas, de espaldas a la ciudad de Gijón, un asunto de coquetería para que cuando te acerques a ella, debas rodearla y mirarla toda.
La Ciudad de la Cultura ahora es uno de los mayores centros de arte, cultura y ocio de Europa. Aunque hace más de medio siglo iba a ser un centro de acogida para huérfanos de los mineros, pero en plena construcción se cambió el proyecto para convertirla en la mayor Universidad Laboral de España, y después en el mayor instituto del país. Como edificio siempre fue inmenso, sólo cuando se le concibió como una ciudad cultural alcanzó su verdadera escala.
Forma, contenido y razón se integraron en un proyecto singular y arriesgado, diseñado por un equipo ecléctico y multidisciplinar, que orquestó el Gobierno del Principado de Asturias, para ser gestionado por los profesionales más destacados de la cultura y el arte de Europa.
En el corazón de Asturias existe un lugar donde hay algo que nunca antes habías descubierto. Es un lugar que parece estar hecho de la materia de los sueños, de los buenos sueños que surgen de la tierra y se elevan al cielo. Desde lejos se ve imponente, con sus 130.000 metros cuadrados de edificios. Separada de la ciudad de Gijón por tres kilómetros de campiña, compartiendo praderas con el campus de la Universidad de Oviedo, es una vecina distinguida del Parque Científico y Tecnológico y se llama Laboral la Ciudad de la Cultura.
Construida a partir de 1948 por el arquitecto Luis Moya Blanco, al verla hoy parece que siempre estuvo allí, incluso muchos siglos antes de ser habitada en 1956. Tiene una torre alta de piedra, que alcanza entre las nubes los 130 metros, con un mirador al que se puede llegar en ascensor y desde donde se divisa toda la comarca de Gijón y al norte se pierde la mirada en el horizonte hasta el fondo del Mar Cantábrico, si lo tuviera.
Se levantó en un territorio peculiar, junto al bosque de Tragamón, semillero de robles centenarios y abrazando todos los biomas del Jardín Botánico Atlántico. Sus puertas se colocaron mirando al Este, como está el Partenón de Atenas, de espaldas a la ciudad de Gijón, un asunto de coquetería para que cuando te acerques a ella, debas rodearla y mirarla toda.
La Ciudad de la Cultura ahora es uno de los mayores centros de arte, cultura y ocio de Europa. Aunque hace más de medio siglo iba a ser un centro de acogida para huérfanos de los mineros, pero en plena construcción se cambió el proyecto para convertirla en la mayor Universidad Laboral de España, y después en el mayor instituto del país. Como edificio siempre fue inmenso, sólo cuando se le concibió como una ciudad cultural alcanzó su verdadera escala.
Forma, contenido y razón se integraron en un proyecto singular y arriesgado, diseñado por un equipo ecléctico y multidisciplinar, que orquestó el Gobierno del Principado de Asturias, para ser gestionado por los profesionales más destacados de la cultura y el arte de Europa.
La Ciudad de la Cultura es un espacio abierto donde perdernos y donde saber encontrarnos, donde sentir el acoso de la diversión y el arrebato del éxtasis, contemplando el milagro creativo en su esplendor a través de las exposiciones de arte electrónico más vanguardista, o en las instalaciones interactivas con los videojuegos más innovadores, o puede ser que inmersos en la realidad virtual, o asistiendo a sus talleres sobre la cultura audiovisual, o quizás escuchando singulares conciertos de campanas o asistiendo a las funciones de uno de los teatros nacionales con mejores condiciones acústicas.
En la Laboral, Ciudad de la Cultura, podrás encontrarte a la vuelta de la esquina con bailarines que dan saltos imposibles con la complicidad de cuerdas y arneses por las cornisas y los frontones, en un espectáculo escenográfico que desafía lo obvio.
Visitar la Laboral es un acto de acecho, es necesario conocer la gran oferta de actividades, exposiciones, congresos y conciertos, para elegir lo que buscamos y saciarnos. Aunque ir sin planes, sin rutas marcadas, y dejarse seducir por la improvisación es otro de sus encantos. Deslizarte por sus patios contando las cornisas de las fachadas, las ventanas y descubrir que detrás de ese número hay un secreto, una proporción pitagórica del último arquitecto clasicista de España o una fecha enigmática que concilia y convoca.
Es un laberinto de pasillos hacia la emoción cultural, una selva de claustros, patios y plazas donde fluyen los murmullos, las complicidades culturales, las redes del conocimiento. Porque en la Ciudad de la Cultura todo es transparente y diáfano, como la luz simbólica que inunda sus talleres de creación. Las tendencias están convocadas permanentemente a estar de visita, el templo es sagrado para el arte de lo nuevo y la plaza pública es más de todos que nunca. La cultura se desborda bajo sus enormes arcos, es un río que corre del pasado al futuro, incesante, de la periferia al centro, de la identidad a la universalidad, de lo salvaje a lo civilizado, en serio y jugando con la magia electrónica, tocando con la yema de los dedos la tan deseada realidad virtual.
En las grandes naves de LABoral, Centro de Arte y Creación Industrial se pueden ver tendencias, instalaciones y exposiciones con propuestas tan provocadoras e innovadoras como las que haya en cualquiera de las capitales europeas punteras del arte y la cultura.
En la Ciudad de la Cultura puede sucederte de todo. En su gran plaza, espejo de la de San Marcos en Venecia, en una noche cálida del verano, te puedes cruzar con Floria Tosca y con Mario Cavaradossi sonrientes y abrazados, evitando el encuentro con el Barón Scarpia, mientras toda la orquesta se apodera de la acústica de aquella plaza, convertida en la escenografía que Puccini pensó al escribir la gran ópera. En esta ciudad salida del renacimiento en pleno siglo XXI, Puccini convive con las últimas tendencias del arte electrónico y con nuevas tendencias escénicas.
Es esta una ciudad de redes, de encuentros, donde los artistas, las investigadoras, los gestores, las estudiantes y los técnicos se mezclan, intercambian experiencias, se contaminan positivamente en la cafetería, en la biblioteca, en el teatro o en el paraninfo. Una ciudad donde conviven laboralmente cada día 4.000 personalidades, investigadores del grupo Thyssen con artistas que hacen delicadas arañas robóticas. Sus habitantes son seres acostumbrados a los conciertos de las campanas y a los de rock, a las risas electrónicas, a la amalgama de las arias y a los chirridos del taller creativo. Laboral es una ciudad que provocativa, que evoca emociones y alegra el corazón del que acude a visitarla. Una ciudad atemporal, que trae sus formas arquitectónicas del pasado para llenarlas de contenidos vitales del presente y lanzar su razón y sentido al futuro.
LABORAL, Ciudad de la Cultura
C/ Luis Moya Blanco, 261
33203 - Gijón (Asturias)
España
Teléfono: 902 306 600
www.laboralciudaddelacultura.com
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